La atracción de los poetas por los vampiros y, su otra cara, los murciélagos, se remonta a la noche de los tiempos. Ambos, en su misteriosa simbología, encierran elementos fértiles para la imaginación, permiten explorar zonas inesperadas, riesgosas e inexplicables de la condición humana.
Los murciélagos y vampiros que baten sus alas en este libro son poemas de autores como Charles Baudelaire, D.H. laurence, Juan Manuel Roca, Alejandra Pisarnik, el Conde de Lautréamont y muchos más.
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